Elaborado por: Luis Orlando Serna López
Amanece.
El sol se escurre por las hendijas
De superficies macizas y uniformes.
No pelea la lluvia contra el atardecer para atrapar las almas,
Pues la cárcel yace en cuerpos que se prometieron en amor.
Ya no somos el juego entre los amantes,
Proyectando sus pieles a cuerpos dichos y no hechos.
Tan sólo queda el grito ahogado
De quien jugó siempre a buscar un no sé qué,
Convertido ya en ausencia.
Ya no somos los amantes
Contemplando el paso del tiempo en miradas y piel,
Caminantes entre verdes, azules, blancos, grises y oscuros;
Entre luces de la vida que cuelgan con formas benditas
Negándose a caer por la caricia de los vientos.
Ya no somos el decir de una eternidad,
Ahora las palabras se deslizan
Sobre cadáveres untados de recuerdo.
Ya no somos ese “somos”
Los cuerpos en su ausencia invocan espíritus
Habitantes de formas que aún no comprendemos.
Ya no somos… porque ese “somos”… siempre fui yo.
Y así, en el singular de una presencia vacía de eternidades,
Rebosaba una vida extraña que sintiera ingenuamente,
Mientras hice de preceptor a mi inexperto yo.