Elaborado por: Fabián Ramos
He logrado muchas cosas en mi vida, en ellas he encontrado una razón para vivir. Hay recuerdos que sólo desearía no tener en mi memoria; son cosas que a pesar de los años vividos no se han curado del todo. Es ahora cuando me doy cuenta que esos vacíos que he sentido de manera profunda con los cuales la vida misma parece no tener sentido, son consecuencia de mis momentos y mis años primarios; momentos donde me cuestionaba si realmente se merece más la infelicidad que la misma felicidad; en verdad, desearía no tener la idea de haber probado ambas cosas.
Volviendo al punto cero, siempre me he hecho la misma pregunta. ¿Quién me arrojó al mundo sin mi consentimiento? No pedí estar aquí, y pienso que habría sido muy lúcida la posibilidad de debatir mi estadía y el lugar donde quería emerger antes del primer respiro en este mundo; pero no, simplemente tengo recuerdos vagos de mi niñez como una simple aparición en la que uno es aun vulnerable. En algún momento de inconformidad con mis situaciones me he aferrado a esos trozos de felicidad desde mi niñez hasta ahora. Tal vez, era mi espíritu emanando esa energía que me hacía tan fuerte como el caparazón de una tortuga y, podía ver la vida como una aventura.
En mi andar he visto personas muriendo por vivir y otras de juventud vigorosa con una vida corta: simplemente morir. Algún amigo me comentó una vez que esto es un propósito de la vida misma en nosotros; pero, ¿acaso seremos tan grandes que la historia de la humanidad será marcada por nosotros, por nuestro existir utópico? Se cree que la vida en algunos casos parece ser más la enemiga directa de algunas personas, las cuales se refieren a ella como un “monstruo” haciéndonos creer que es una desgracia el vivir. Pero al final no es la vida misma, es mi camino, es tu camino elegido por tu propio andar.
En mi juventud, peleaba contra lo que nos depara la vida, una casa, una esposa, unos hijos, creía que mi vida no podría ser simplemente reducida a eso, que había nacido para atrapar el mundo en mis manos. Hoy me encuentro aquí sentado a un lado de mi cama con algunas cosas desordenadas sobre ella, hay fotos que guardo con tanto cariño; viejas fotos de lo que fui desde mi niñez, con ese deseo loco de ser adulto y volar como un ave que abandona su nido abriendo viento a su paso; pero que tontería, ahora en mis adentros y en lo paradójico de mi ser quiero ser niño otra vez, quiero correr en los charcos, sentirme a gusto con las mariposas atrapadas en el los frascos del patio del orfanato.
Siempre soñé con ser lo que soy hoy día: Un gran mago. Cuando era niño creía que el mundo estaba hecho de magia: “los magos de verdad tienen que llevar un sombrero”, decía yo. Estaba entusiasmado con tener puesto mi primer sombrero.
Siempre supe que el amor genuino de padre o madre no se sustituye por ninguna cosa en el mundo, en mi vida ha sido un espacio especial el cual desearía llenar alguna vez; sin embargo, las cosas que te da la vida no siempre son de desagravio, aproveché al máximo el amor de Joselyn, mi maestra; ella era la mejor, algunas veces yo le decía mamá y con gran júbilo me sonreía, tenía esperanza de que mi ser inquieto de niño que soñaba con ser tan grande como lo son los reconocidos en el mundo sería realidad. Ella me enseñaba que los sueños se deben tener en la mente y en el corazón desde que te levantas hasta que cierras tus ojos, y debes mirar ¿qué hacer?, cómo empezar a tejer minuciosamente ese camino, el cual pierde toda matematización de la vida.
Con los años entiendes que en la insistencia de escalar la montaña hacia lo más alto, hay cada vez más riesgo, y más dura será la caída; pero, con ello más grande será la satisfacción para nuestra vida al haberlo logrado. Hoy he estado en la cúspide de la montaña, ahora tengo la noción de que quiero sumergirme en la mansedumbre, pues nos es inherente el tener una familia, un hogar, el pilar de todo es haberla encontrado sin querer, y con ello sentir el amor. ¿Cómo es que un ser tan bello te haga caer así de picada como el halcón cae por su presa, y al final darte un totazo en la cabeza y desarmar tu corazón con tan sólo verle? ella llegó esa noche al teatro como quien viene por un alma rebelde, con su canto de sirena me hizo caer en el mar, haciéndome anhelar lo que nunca quise hacer.