Elaborado por: Yonatan Polindara Moncayo
“Los fantasmas no hablan…escriben.
No se muestran… se sienten”.
¿Sufrir eternamente o huir eternamente de lo bello?
Mujer despiadada, te encuentro en el campo de batalla siempre victoriosa.
No me sigas hablando, tu dulce voz
Es la espada que aviva siempre mis deseos por ti;
Haces que me trague mi orgullo,
Que mi cuerpo sea nuevamente poseído por el espíritu del arte.
Quiero olvidarte, deseo hacerlo,
Pero mis manos no obedecen mi mente, ellas tienen su propio Yo,
Aun guardan tu presencia de alguna manera en sus huellas.
No te equivoques amada, no te he dibujado,
Es mi espíritu enamorado, mi cuerpo saturado de enfermedades
Que piden a gritos una cura;
Eres los síntomas de la peor enfermedad
Que me arrastran a la decadencia, a la locura más amarga.
Eres en mi mente malestar, dolor y sufrimiento;
Un fantasma que activa en mí,
La potencia de dibujar tu bello rostro.
El estudio de lo bello es lograr precisar
La belleza de tu rostro en el papel,
El robo de esa sonrisa al ver tu retrato dibujado.
De la misma manera en que Narciso se perdió
Lleno de ego en su reflejo, te pierdes en un retrato dibujado,
Al igual que Eco me retiro a mi eterna soledad
Y lloró en el rincón más oscuro diciéndome, engañándome:
“Si hubiera sido Dios, habría creado al hombre perfecto”
Me duele más tu rechazo que la existencia misma.
Cuando mis manos trazan tu bello rostro sé que nuevamente me has vencido,
En otras palabras, me has hundido en la desesperación,
En el delirio de pensar tu belleza capaz de perturbar mí conciencia.
¿A qué demonio debo agradecer por el estar rodeado de tus recuerdos?
Lo que más me duele es saber que he perdido mis minutos,
Se me han extraviado mis segundos,
Siento que el tiempo desaparece;
Ahora estoy en la eternidad y la eternidad mira dentro de mí,
Esto es un golpe terrible, un sueño infernal;
Conviertes mí amada soledad en un verdadero castigo,
El tenerte y el no tenerte es la medida de mi posibilidad.