Elaborado por: Alexander Ordóñez
Se desenvuelve desde la alfombra azul, atraviesa la rendija, cruza los costales y se sienta. En su recorrido ha tocado todo, los floreros, las mesas, las sillas y hasta los zapatos. Yo, sin abrir los ojos, he notado su presencia, mis latidos se confunden con los latidos de las ratas.
—Vamos, —me dice.
Rápidamente, intento aferrarme de su alma, pero es inútil, ella ha vuelto a jugar conmigo.