Revista Versetto

Creemos en el poder que tiene el arte para transformar el mundo con sus vidas, creemos que todas las historias merecen y necesitan ser escuchadas, el o la escritora (el o la que resiste) tiene ese gran poder y lo local debe tener igual valor que lo extranjero o lo clásico. Estamos trabajando para que de las redes se pueda rescatar algo y, nos sirvan para mostrar y revivir la escritura y la lectura de la agonía que atraviesan hoy.

COTIDIANO…

Elaborado por: Sr. Gallardo. (Camilo Gallardo)

Cuando era niño solía creer que todo sería diferente, recuerdo que odiaba todo: está ciudad, está gente, su forma tan grotesca de vivir, y creía que cuando creciera, conmigo todo sería diferente, que nadaría contra corriente y no me dejaría llevar por todo lo que decía esta gente, por su manera de actuar y vivir. 

De vez en cuando solía caminar por estás calles llenas de gente común y me repetía una y otra y otra vez que saldría de todo eso…

Cierto día entré a la secundaria, en uno de los colegios privados de la cuidad, ahí supe que las cosas estaban marchando mal, empero, decidí continuar. Pasaban los años y yo crecía… cada vez más me hacía adulto. Fue ahí cuando conocí a Ana María, una chica que marcó gran parte de mi vida, de hecho, fue mi “primer amor”: como todo adolescente te entregas a ese primer amor por completo, sin recibir éxito… Cuando terminamos la secundaria cada uno agarró por su lado; así fui cayendo hacia un hueco de tristeza y soledad, por lo que decidí irme a estudiar a una universidad lejos de esta cuidad, donde talvez podría olvidarme de todo lo que pasó.

Llegué a mi nuevo apartamento, acomodándome observé entre mis cosas un disco, ese disco solía escucharlo con ella, aquello me trajo muchos recuerdos, buenos y malos, pues al final no todo fue tan malo, aprendí cosas y perdí algunos miedos. Nunca fui muy preciso tomando decisiones: quería estudiar biología y terminé estudiando diseño gráfico, no estaba tan mal, solo tenía que hallarle la gracia. Pasaron los años y en mi vida tuve demasiados tropiezos, laborales, sociales, sentimentales… Eso me empujó a que mis sueños de infancia se opacaran hasta convertirse en una luz tan tenue, casi invisible a los ojos humanos, -o talvez estoy exagerando-. 

Después de todo me di cuenta que las cosas no salen como uno las desea, al final tu voluntad no es tan fuerte como lo creías, ahora te das cuenta que, luego de tanto, terminaste convirtiéndote en lo que más odiaste, sin poder siquiera protestar, te dejaste arrastrar por la inevitable “cotidianidad”.

Finalmente, sigues sometido a lo común, a lo normal de todos los días, solo, aburrido, cansado, estresado. «No somos diferentes a los demás solo por odiar lo que hacen, solo somos seres humanos confundidos y aburridos por ver siempre lo mismo».