Elaborado por: Yonatan Polindara Moncayo
“Aunque todavía no existes sé que lo leerás”
La observaba desde lejos con mirada salvaje,
Con mirada aristócrata; con la mirada de un depredador.
Mi corazón saltaba en mi pecho,
Ella; presintió mi mirada, se levantó y miró a mis ojos
Con mirada salvaje, llena de furia devoró la mía.
Hasta ese día me creía el dominador
Pero su mirada me dominó. Imposible resistirme,
Imposible no postrarme ante la belleza.
Sentí en mis venas por vez primera sangre hirviente correr,
Circular, volar, danzar. Era todo mi cuerpo el infierno.
Parecerá pretencioso comparar el calor de la vida con el del infierno,
Pero mi soledad era tan fría como la luna; tan fría como la muerte.
Viví mi vida, sin sentir, sin amar, sin llorar, sin odiar, sin vivir,
Sin consciencia de culpa, pero desde que tu mirada penetró la mía,
Sentí dolor, temor, amor y felicidad.
Todo lo introdujo tu mirada con lentitud y
Comprendí el terror de la vida:
“saber que soy un ser que siente”.
Tu mirada se fue apoderando de mí y junto a ese terror
Nació la alegría de superar el terror que me aterra,
Me transformé en un ser despreocupado, sarcástico, violento.
Así me quiere tu mirada; es una mirada salvaje,
Tal mirada solo ama a este único guerrero.
Terminaste dominándome por entero,
Permitiste que conociera
El bello sonido de mi corazón en la batalla,
Me diste vida… ese fue tu gran error,
Por eso hoy estás muerta en mis brazos.